Las apuestas en los deportes: Por qué los juegos son arreglados.

Introducción.

Desde sus inicios, el deporté organizado ha encontrado en las apuestas una actividad inseparablemente unida a él. Y durante toda su historia, ello le ha reportado tanto beneficios como costes. Los primeros se deben a que las apuestas son un bien complementario al deporte. Las apuestas brindan a los espectadores la oportunidad de participar monetariamente en el resultado de un evento, haciendo así que este les importe más y, por tanto, que la experiencia les aporte un mayor disfrute. El interés por el deporte será, en general, mayor, pues los apostantes desearán conocer el esta-do de forma de los equipos y los jugadores, y recibir noticias para fundamentar mejor su apuesta. La demanda de retransmisiones de eventos deportivos debería, en consecuencia, incrementarse cuando ello incorpore paralelamente la posibilidad de realizar apuestas. El deporte también podría beneficiarse mediante la captura de algunas de las rentas que generan los operadores de apuestas. Ahora bien, estas diversas fuentes de ingresos no están exentas de costes. En concreto, existe el riesgo de que in-dividuos tanto de dentro como de fuera del deporte intenten adulterar la competición al objeto de manipular su resultado y conseguir ganancias ilícitas en los mercados de apuestas conexos.

 

Evolución de las apuestas deportivas.

 

Durante este milenio, el volumen de la actividad de apuestas deportivas a nivel mundial ha experimentado un crecimiento espectacular. Conviene señalar que una gran parte del crecimiento se concentró en jurisdicciones en las que las apuestas eran prácticamente ilegales, con China y Estados Unidos como los dos mercados más importantes por tamaño. Conviene señalar que una gran parte del crecimiento se concentró en jurisdicciones en las que las apuestas eran prácticamente ilegales, con China y Estados Unidos como los dos mercados más importantes por tamaño.

 

Beneficios de las apuestas.

 

En sentido amplio, puede decirse que el mercado de apuestas deportivas siempre ha genera-do efectos indirectos ventajosos para el sector del deporte, por la simple razón de que las apuestas ayudan a mantener vivo el interés de un grupo de aficionados que asisten al evento presencialmente o, en tiempos más recientes, por televisión desde su propio hogar. La evidencia formal, compatible con esta idea intuitiva, fue proporcionada por Salaga y Tainsky (2015). Su artículo modeliza de qué manera el tamaño de la audiencia televisiva varía durante los partidos de fútbol americano universitario en Estados Unidos. Descubren que el tamaño de la audiencia se ve potenciado cuando el marcador está cerca del spread cotizado por las casas de apuestas incluso si ya no hay duda de qué equipo ganará el partido. Esto sugiere que un número considerable de espectadores se mantienen atentos mientras persista la in-certidumbre sobre el resultado de la apuesta más popular. De igual modo, el tamaño de la audiencia parece decaer cuando la segunda apuesta más popular —aquella en la que los apostantes especulan sobre si la puntuación total alcanzada en el partido será mayor (over) o menor (under) que la cotizada por la casa de apuestas ya está decidida, por haberse superado dicho umbral total de puntos. Estas dos conclusiones respaldan la tesis de que la motivación de una parte significativa de la audiencia para seguir el evento es su implicación en el mercado de apuestas.

 

Ingresos directos procedentes de las apuestas.

 

Como cabría intuir, las ligas deportivas tienden a no reconocer estos efectos indirectos que emanan para el deporte desde el sector de las apuestas. Ni siquiera admiten un modelo de mutua dependencia entre los dos sectores. En lugar de ello, en sus declaraciones públicas, describen simplemente el deporte como un producto generador sobre el que el mercado de apuestas puede ofrecer oportunidades de juego, con las consiguientes ganancias para los operadores de apuestas. Con frecuencia han presionado para el reconocimiento de un «canon deportivo», que obliga-ría a los operadores de apuestas a pagarles un porcentaje de esas ganancias, por considerarlo «justo» o para compensarles de los costes derivados de los amaños de partidos vinculados a las apuestas deportivas, corrigiendo de ese modo una externalidad. En una contribución académica, Dietl y Weingärtner (2014) adoptan esta perspectiva y defienden la existencia de derechos de pro-piedad intelectual para los organizadores deportivos en tanto que «instituciones productoras», en contraposición con las casas de apuestas, a los que denominan «explotadores».

 

En realidad, el deporte no debería depender de la creación de un gravamen específico, gozando como hace de una posición privilegiada para generar él mismo nuevos flujos de ingresos con la explotación de las apuestas mediante la venta de datos a las casas de apuestas, así como a través de comisiones por publicidad y patrocinio. De hecho, las competiciones hípicas en Gran Bretaña reciben más del doble de ingresos del sector de las apuestas por la venta de datos, y por publicidad y patrocinio, que a través de la tasa administrativa del 10 por 100 sobre las ganancias de los corredores de apuestas.

 

El patrocinio y la publicidad representan otra corriente potencial de ingresos desde las apuestas hacia el deporte. Dada la superposición de las audiencias entre apuestas y deporte, y al ser cada vez más habitual el consumo conjunto y simultáneo de ambos, es lógico que las empresas de apuestas busquen captar cuota de mercado anunciándose en el escenario donde tienen lugar los espectáculos deportivos, ya sea in situ en el estadio o durante las retransmisiones.

 

Costes para el deporte: amaños de partidos vinculados a las apuestas.

 

Wolfers (2006) examinó el patrón de resultados en una muestra muy amplia de partidos de baloncesto universitario. En condiciones normales, las probabilidades de los resultados (definidos como el margen de puntos anotados por el que el favorito batió el spread de la casa de apuestas) deberían seguir una distribución normal en torno a una media de cero; pero lo que se observó fue un número inusitadamente grande de partidos en los que el favorito, pese a ganar el partido, no consiguió superar el spread. Wolfers interpretó ese hecho como un corolario de la «reducción de puntos», la práctica consistente en que el equipo más fuerte, una vez asegurada la victoria, levanta el pie del acelerador para que los apostantes ganen la apuesta de que no conseguirá batir el spread. Con este enfoque, la estimación del porcentaje de partidos amañados en la muestra de Wolfers osciló en torno a un 1 por 100.

 

En la actualidad, las fuentes más consultadas para elaborar estimaciones de prevalencia de amaños de partidos son los informes de empresas de control y seguimiento de apuestas, que ofrecen servicios de integridad al deporte (17). Organizaciones como Sportradar y Starlizard monitorizan las cuotas en todo el mundo en busca de anomalías en los mercados de apuestas, y notifican cada vez que advierten indicios fuertes de un patrón indicativo de un amaño. Sportradar monitoriza los mercados de apuestas en todas las competiciones de la UEFA y todos los partidos de las dos divisiones superiores de 55 países europeos. Según sus datos, algo menos de un 1 por 100 de los partidos mostraban probabilidades significativas de haber sido manipulados.

 

Por qué ha aumentado la frecuencia de los amaños.

 

De forma similar a otros tipos de fraude, los amaños de eventos deportivos para lucrarse en las apuestas pueden implicar desde sumas de dinero casi ínfimas hasta millones de euros (20). Por ejemplo, los jugadores podrían confabularse para dejarse ganar en un partido de escasa trascendencia en términos deportivos a fin de beneficiarse en apuestas formuladas por ellos mismos o por familiares o amigos suyos. A menudo, al menos en Europa, tal actividad sería rápidamente detectada, pues los participantes en el amaño pecarán probablemente de novatos y apostarán en el mercado legal y regulado. Un ejemplo de dicha práctica fraudulenta su-cedió en el balonmano francés, donde algunos miembros del club Montpelier, incluido el capitán de la selección francesa de balonmano, fueron condenados por manipular un partido a final de temporada. En él, se había detectado un número inusualmente elevado de apuestas y casi todas ellas procedieron de la región de Montpellier y apostaban por la derrota del Montpellier. En la vista judicial, la motivación de los jugadores pareció haber sido la de conseguir un dinero extra para pagarse sus vacaciones.

 

El primer ejemplo de amaños sistemáticos sobre cientos de partidos (en este caso, el de-porte afectado fue el fútbol en trece países diferentes) consistió en el caso Bochum, juzgado en Alemania. A este se sumaron otros muchos ejemplos posteriores, destacando por su repercusión el conocido como Calcioscommesse en Italia (que implicó a jugadores de clubs de todas las categorías del fútbol italiano). En este caso y otros similares, las cantidades de dinero pueden llegar a ser desorbitadas. Por ejemplo, en el Calcioscommesse, la fiscalía reveló que por la «compra» de uno de los múltiples partidos manipulados se habían llegado a pagar 600.000 euros, y el instigador del amaño se había embolsado unas ganancias de unos ocho millones de euros en el mercado asiático de apuestas over/under sobre dicho partido.

 

Conclusión.

 

Los riesgos en el campo de las apuestas son más profusos. Aunque valga por delante que no todos los apostadores los sufren con la misma saña. El primero es ser deportista y seguir las competiciones de élite. Los jóvenes aficionados al deporte y que desde la más tierna infancia han seguido con pasión el deporte de élite son interpelados de manera directa por la industria del juego a demostrar sus habilidades y conocimientos. La percepción de conocer los equipos y los trances del juego como nadie ofrece una sensación de seguridad para aceptar el reto. El bagaje personal en asuntos deportivos es un precipitante para iniciarse, aunque en ningún caso definirá una relación problemática con las apuestas, pero sin duda, una vez inoculada la tensión del riesgo, los futuros avatares son del todo impredecibles. Los riesgos aumentan entre aquellos que entienden el de-porte desde la lógica de la competitividad: «lo importante es ganar, no participar». Los más competitivos, cuando apuestan quieren ganar a toda costa, porque es intrínseco a su sistema de valores. Las derrotas las encajan con amargura, por eso no dudan en volver a apostar para demostrarse a sí mismos y a su entorno que dominan los deportes. Sin duda, representaría un contrasentido prevenir los riesgos de las apuestas mediante acciones que alejen a los jóvenes del deporte, practicar deporte y adquirir hábitos saludables es fundamental para el correcto desarrollo y bienestar psicosocial de niños, adolescentes y jóvenes. En este sentido, el riesgo de fondo subyace en la «gamblificación» del deporte. Por tanto, debemos articular estrategias de prevención ambiental para revertir que los jóvenes entiendan las apuestas como parte intrínseca del deporte. No es tarea fácil, pero es la única manera para que la afición al deporte deje de representar un riesgo.

Síntesis del artículo.

Las apuestas en deportes: Su evolución, beneficios y costos. Generan interés y aumentan la audiencia, pero también presentan riesgos de corrupción en competiciones deportivas.

Autor

Armando Anaya Mateos

.

Contacto

armando20mateos@gmail.com

Universidad Tecnológica del Centro de Veracruz

Autor

Dr. Octavio Maldonado Saavedra

Sobre la revista

E-ISSN: 

Volumen: I

Numero: 2

Julio – Diciembre 2023

Sobre el articulo

Categoría: Pregrado

Recibido: 01 de noviembre de 2023

Aceptado: 25 de noviembre de 2023

DOI: 10.59157/redicyt12202383

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